enero 21, 2006

Bendecida Madrugada.

Recordando aún en nuestro corazón un aniversario más del 20 de enero y con el sentimiento encontrado de no haber celebrado como correspondía, logramos vencer la fuerza casi irresistible de las sábanas que susurrantes nos compelían a quedarnos en la complicidad del descanso... la mañana, extrañamente, muy helada, nos recibió de golpe al salir de casa y recorrer los pocos metros que nos separan del terruño de Montahue... esperábamos encontrar la “puerta chica” abierta y evitarnos el largo rodeo hacia el camino a Santa Juana: los guardias fueron diligentes y pudimos entrar prontamente a nuestro terruño: qué hermosa tierra nos regalas Señor para el encuentro contigo, con María y con nuestros hermanos.

Montahue luce cada día más hermoso, sencillo, pero hermoso, como lo es la belleza de María...

Y con la mochila cargada de sentimientos, recuerdos, oraciones pedidas, apuramos el paso porque la Madrugada ya había empezado.

Ya en la distancia nos dimos cuenta de una buena asistencia, y mientras nos dirigíamos raudos, aparecían más hermanos...

Todo era silencio y no porque no nos funciona bien el audífono sino porque parecía que toda la naturaleza estaba expectante, ansiosa de acompañarnos con su sublime hermosura en este encuentro matinal con el Señor, María y nuestros hermanos...

En el Santuario Jesús Sacramentado nos recibe radiante, tanto que su propia luz, aquella que ilumina nuestra fe y nuestro actuar, era más luminosa que los cirios encendidos en su honor.

Junto a nuestros hermanos nos arrodillamos y le decimos: Habla Señor que tu siervo escucha... y recordamos las palabras que nos escribiera Roberto Horat en una conversación virtual de hace unos días: déjate de pavadas, la fe es un acto de conciencia, es una decisión... y nos abandonamos al acogedor y transformador silencio “cum Maria ad altare”.

Éramos 18 hermanos, incluyendo madrugadores en tránsito de Puerto Montt y Temuco... oraciones de petición y acción de gracias se elevaron como incienso agradable al Señor, con los cantos dirigidos por “fray Christian” que con melodiosa voz nos invitaba a orar, a contemplar, a ofrecer, con el mismo entusiasmo que lo hace nuestro buen amigo Juanito Abarca... habla Señor que tu siervo escucha.

Concluimos nuestra adoración con la Santa Comunión distribuida por su “eminencia” don Jorge Correa y Viveros, para luego estremecer hasta los cimientos nuestro Santuario con nuestro himno, que gentilmente nos regala Franz Reinich.

Al salir, los cálidos rayos del sol nos hacen olvidar prontamente el frío de la amanecida y raudamente nos dirigimos a compartir el desayunáculo que estuvo a cargo de su “eminencia” don Jorge Correa y Viveros y de Jorge “el bueno”, momento que aprovechamos de solicitar a las “visitas” la presentación de rigor que, como es tradicional, deben efectuar quienes nos visitan por primera vez.

Compartimos el testimonio de Miguel González acerca de la labor de difusión que hacen en Temuco de nuestra corriente de vida, no sólo dentro del Movimiento sino y además, hacia las Parroquias, lo que les ha permitido crecer como lo testimonia su blog (http://madrugadorestemuco.blogspot.com); nos harán llegar más antecedentes para adecuarlos a nuestra realidad y emprender una acción pastoral semejante.

También se iniciaron las conversaciones para el encuentro de Bahía Inglesa en agosto próximo, con algunas ideas que se irán madurando para luego presentarlas urbi et orbi, por de pronto, la posibilidad de chartear un avión que partiendo de Puerto Montt, con escalas en Temuco, Concepción y Santiago, pueda llevar a la mayor cantidad de hermanos que sea posible, es una idea que debe irse analizando. Mientras, el óbolo de san José debe seguir creciendo... no será barato el viaje a Bahía Inglesa.

Tras los abrazos de rigor, tallas y demases incluidas, nos vamos despidiendo hasta el 4 de febrero, si Dios y María Santísima lo quieren, mientras contemplamos la remodelación del acceso a Monte Sión, Casa de los Padres de Schoenstatt en Montahue.

Hasta la próxima y que Dios les bendiga a todos.

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