abril 05, 2008

Montahue, madrugada del 29 de marzo

Una vez más nos hemos encontrado al amanecer junto a nuestra Madre y Reina Tres Veces Admirable de Schoenstatt, en el terruño de Montahue. Se notaron algunas ausencias pero el resultado es el mismo siempre: Ella nos cobija, Ella nos ayuda a modificar lo que está errado y los alienta a perseverar en lo correcto; luego nos envía renovados a construir el mundo, para que apliquemos esas hermosas palabras escritas por el P. Kentenich: Aseméjanos a tí y enséñanos a caminar por la vida, tal como tu lo hiciste: fuerte y digna, sencilla y bondadosa, repartiendo amor, paz y alegría.
La foto de rigor antes de bajar al desayunáculo, ofrecido esta vez por los debutantes Sergio San Martín y Cristóbal Muga.
Lo cierto es que con el frío reinante casi se agotó el agua caliente, pero nos dimos maña para dejar la mesa casi vacía.
Pero después del desayuno venía la sorpresa: hace unos días, un distinguido miembro de la Familia de Montahue nos había solicitado la colaboración de los madrugadores para terminar de demoler los restos de una edificación antigua.
Le expresamos que no tendríamos inconveniente, pero con una condición: que él madrugara con nosotros... La expresión de su rostro fue suficiente, por lo que no transmitimos el mensaje y en la madrugada pasada no hubo trabajo alguno.

Pero ahora le teníamos preparada una sorpresa: había convocado a otros varones de la Familia y nosotros nos anticipamos y procedimos a demoler el resto; gratificante, primero porque nos ayudó a soltar tensiones, segundo porque cuando los Madrugadores se comprometen se nota.
Al final, llegó don Jorge León (el del polerón azul con las manos en la cadera) y se encontró con que sólo quedaban en pié algunos cimientos (algo que hicieran el resto de los convocados). Aceptó posar con nosotros y su satisfacción está a la vista.
Esperamos al resto para la próxima madrugada, ojala bajo lluvia (tenemos que rezar mucho a San Isidro). Un abrazo a todos.

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