Diario El Sur, domingo 10 de septiembre de 2006.
Esta semana, el gobierno volvió a descolocar a la Iglesia Católica y a las organizaciones pro familia con una medida de “salud pública” que podría promover y validar la temprana iniciación sexual de menores de 14 años. El teólogo, bioético y recientemente ungido obispo Fernando Chomalí, conversó con Tendencias sobre los peligros que, a su juicio, encierra la nueva disposición del Ejecutivo.
Meche Garrido
Desde los años en que Domingo Santamaría separó la Iglesia del Estado, allá por el cuarto final del siglo XIX, que no se veía en Chile un enfrentamiento tan frontal entre los poderes temporal y espiritual. Y es que el anuncio del gobierno de Michelle Bachelet de que se repartirá la píldora del día después en forma gratuita a adolescentes de 14 años, es algo que la Iglesia, los organismos pro familia y no pocas agrupaciones de padres y apoderados, no están dispuestos a aceptar.
El conflicto preocupa a La Moneda porque se avecina el Te Deum Ecuménico de Fiestas Patrias. Allí es muy probable que el Cardenal Francisco Javier vuelva a tocar el punto. El Obispo Auxiliar de Santiago, monseñor Fernando Chomalí, doctor en Teología y profesor de Bioética de la facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica, conversó con Tendencias sobre los alcances y peligros de esta política, a su juicio nefasta. ¿Sus razones? Primero, porque considera que la píldora es abortiva; y segundo, porque entiende que sería una validación y prácticamente un estímulo a la temprana iniciación sexual, en una sociedad que ha tendido a “genitalizar” el amor.
¿Por qué la Iglesia Católica se opone a la píldora del día después?
- La Iglesia piensa que la sexualidad humana es un ámbito de su vida muy serio que tiene muchas implicancias personales, familiares, sociales y desde ese punto de vista los métodos anticonceptivos y la banalización de la sexualidad atentan contra la dignidad inherente a ella. Esa es la razón por la cual nos oponemos, no solamente a la píldora del día después sino que también a los preservativos, anticonceptivos y a todo aquello que disocie el vínculo sexual de la procreación.
El gobierno sostiene que hay un alto porcentaje de adolescentes embarazadas, un 26% que corresponde al quintil más pobre. Por ello, se distribuirá la píldora en todos los consultorios. ¿No le preocupa a la Iglesia el aumento masivo de los embarazos en las adolescentes?
- Los embarazos han aumentando significativamente en virtud de la promiscuidad sexual y evidentemente no se puede solucionar un problema tan serio con la misma lógica que lo producen que son las relaciones sexuales entre los jóvenes. Me parece que es bastante pobre poner la confianza en una píldora y no en un cambio de conducta de las personas que tiene que ver con su inteligencia, voluntad y libertad. Es decir, esta es una solución de parche que, además, resulta contraproducente porque los mismos jóvenes van a pensar que con la píldora van a evitar embarazos y, por lo tanto, van aumentar las relaciones sexuales. Es una solución que no va al fondo del problema que tiene que ver con relaciones sexuales irresponsables.
¿Educación sexual?
El gobierno decidió plantear la píldora como un plan de salud pública. ¿Cuál es la opinión de la Iglesia?
- La Ministra de Salud ha dicho que este es un problema de salud pública y en realidad es mucho más que eso. Este tema tiene que ver con el tipo de sociedad que queremos construir y con el tipo de jóvenes a los cuáles nos estamos dirigiendo. ¿No le parece curioso que un joven de 18 años no pueda comprar cigarrillos en los quioscos ni comprar una bebida alcohólica y que, sin embargo, a los 14 años pueda tener acceso a una píldora abortiva? ¡A mí me parece que es inverosímil!
¿Cómo resuelve la Iglesia la sexualidad de los jóvenes?
- Hay que trabajar desde muy joven para fortalecer el valor de la familia, del matrimonio, de la fidelidad, del cuerpo y sobre todo pensar que hay un vínculo entre relaciones sexuales y procreación y se ha querido separar absolutamente. En Gran Bretaña se ha hecho una gran campaña entregando anticonceptivos y preservativos. Sin embargo, no han disminuido para nada los embarazos. No solo hay un serio problema con los embarazos adolescentes, sino también con las enfermedades de transmisión sexual y el Sida. En el fondo, las enfermedades de transmisión sexual son fruto de la promiscuidad sexual. No hay otra razón. Por lo tanto, hay que pensar en otra moralidad. A eso apunta la Iglesia.
¿Es partidaria la Iglesia de impartir educación sexual a los jóvenes?
- La primera educadora en el ámbito de la afectividad, del amor y de la sexualidad es la propia familia, no le corresponde al Estado. La Iglesia Católica, además, promueve una visión antropológica, una visión del hombre que es muy concordante con su dignidad, que es justamente que el cuerpo tiene que ver con la persona y la entrega del don de sí tiene que ver con una comunión que implica el compromiso de vida, el compromiso del amor y la apertura a la vida. Es muy contradictorio que el hijo, en vez de ser una alegría, termine siendo una amenaza. Eso es muy triste.
A la moda
Se escucha decir a los jóvenes que la Iglesia Católica está atrasada en el tema de sexualidad porque prohíbe los anticonceptivos, las relaciones sexuales y eso es desconocer la realidad.
- A mí me parece que la Iglesia está muy adelantada en esa materia. Ella plantea que el hombre y la mujer tienen una gran dignidad y que la fidelidad, el compromiso, son valores que tienen que ver con la inteligencia, la voluntad, con los grandes ideales de los seres humanos. Me parece que aquellos que piensan que la sexualidad es un elemento exclusivamente biológico son los que están verdaderamente atrasados.
¿Estima que estas políticas inciden en que el sexo se inicie cada vez a más temprana edad? ¿En que las relaciones sexuales entre adolescentes de 13 o 14 años se hagan cada vez más normales?
- Pienso que estamos en una sociedad parasexualista donde se ha banalizado completamente el sexo y lamentablemente mucha gente lucra promoviendo productos vinculados a la sexualidad y el erotismo. Eso ha perjudicado gravemente la educación moral de los jóvenes. Creo que estamos en una sociedad muy hipócrita que, por una parte, lanza a los jóvenes a una sexualidad promiscua y después los abandona absolutamente, después que se han infectado alguna enfermedad de transmisión sexual o se han embarazado. Me parece que tenemos que ser mucho más coherentes en una educación integral del hombre y de todos los hombres.
Parte de la DC acepta la instrucción del gobierno de que los adolescentes tengan acceso libre a la píldora. ¿Cree que la Falange por ser un partido de inspiración cristiana debería oponerse?
- No me corresponde pronunciarme respecto de los partidos políticos, pero obviamente un partido que se declara cristiano tendría que vivir según las enseñanzas de Jesucristo.
¿Qué hará la Iglesia frente a este plan de salud pública?
- La Iglesia ha dado su parecer a través de la Conferencia Episcopal y del Cardenal. Yo también he hablado y vamos a seguir anunciando el Evangelio de la vida. Vamos a ser mucho más diligentes en la formación de los jóvenes para que descubran la sexualidad en un contexto mucho más amplio que el mero aspecto genital y los introduzca en otros temas más fundamentales como es la experiencia del amor.
Pero se trata de reacciones testimoniales. ¿La Iglesia no puede ir más allá?
- La Iglesia tiene la fuerza de la verdad que enseña y espera que la gente la descubra como tal.
Diferencia insalvable: “Para la ciencia, la píldora es abortiva”
Para la Iglesia Católica es abortiva la píldora del día después, y aparentemente, para el gobierno no lo es. ¿Cómo pueden tenerse dos visiones tan distintas de un tema eminentemente científico?
- Para la ciencia la píldora es abortiva y eso la Iglesia lo asume. Si se va al instructivo de la píldora que se vende en Chile, que se vende con otro nombre en Bélgica, Francia y en otras partes del mundo, dice claramente que puede impedir la anidación (óvulo y espermatozoide). Por lo tanto, la Iglesia Católica dice que es abortiva porque la misma ciencia dice que es abortiva.
Destacados ginecólogos afirman que hasta el momento nadie ha demostrado que la píldora sea abortiva.
- Nadie ha demostrado que la píldora no sea abortiva. Tenemos que pensar que el fabricante la pensó, la fabricó para que tenga el efecto antianidatorio. ¿En qué consiste este efecto? En impedir que el embrión con siete días de vida continúe su desarrollo en al útero materno. Es decir, el útero materno, que tiene que ser el lugar de acogida del niño, termina siendo el lugar que atenta en contra del niño. Eso es muy inhumano, muy pobre”.
La píldora del día después se planteó como una solución de emergencia, para usar en casos extremos, como una violación, pero ahora parece que se está avanzando hacia un uso más indiscriminado.
- Eliminar la vida de un ser humano jamás puede ser en el fondo una emergencia. ¿Qué pensarían, por ejemplo, si alguien dijera que para terminar con la delincuencia, hay que matar a los delincuentes? Evidentemente que todo el mundo estaría en contra. Hay que pensar en otro tipo de sociedad en la cual reconozcamos valores más profundos qué hacer lo que quiero, cómo quiero y cuándo quiero.
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