julio 31, 2011

En la Corriente de Coronación: Regreso a casa 31 de julio de 2011

Después de un periodo de dificultades no menores motivadas por el desaliento provocado por las cargas de la vida, tanto en lo familiar, económico y espiritual, nos atrevimos a salir del centro de toda la situación para poder apreciar desde otra perspectiva lo que nos sucede y cómo podríamos enfrentarlo.

Anualmente, la Rama de Hombres de Schoenstatt, manteniendo la herencia de la Coronación de Nuestra Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable del año 1973 a raíz de la intención de grupos extremos que pretendían tomarse el Santuario de Bellavista, coronan a la Mater con alguna intencionalidad de acuerdo a las Voces del Tiempo y por lo mismo, se reúnen el último fin de semana del mes de Julio. Este año la sede fue precisamente el Santuario de Bellavista, faltando dos años para que se cumpla el cuadragésimo aniversario de la primera coronación, bajo el lema: María Reina en Nuestra Fe.

El contenido de las charlas de la Jornada de Coronación fue de suyo contundente, quizá si no hay palabras que lo abarquen todo y en su hora daremos un testimonio más acabado; pero sin duda aquello que compartí con el grupo de reflexión grafica de modo especial lo vivido y eso que aún no había terminado toda la vivencia.

Cristo es el fin, Schoenstatt es el medio.

Lo que naturalmente parece evidente en la realidad no resulta así, de hecho y por nuestra debilidad en la fe, no creemos que toda nuestra actividad deba estar encaminada a seguir a Cristo, a vivir en y por Cristo, a morir por Cristo. Si esto no lo asumimos desde el principio, si no sentimos y estamos convencidos que toda nuestra existencia, sin exclusión, debe estar iluminada por la presencia de Cristo, por su palabra, por la esperanza en el encuentro vital que es la conversión, todo lo que estamos haciendo carece de sentido, estamos vacíos en el fundamento, en la misión y somos una nave se desplaza llevada por la corriente.

Nos hemos acostumbrado –y eso es de por sí peligroso- a recibir una preparación para entender a Schoenstatt, lo que no es negativo, pero no nos hemos preguntado, quizá porque lo damos por inherente, si verdaderamente soy de Cristo, si comprendemos que toda la pedagogía del fundador está encaminada a un encuentro vital con Cristo, por medio de María y en esto no puede haber escalones, es decir, no puedo conformarme que con la Alianza de Amor mi camino hacia la salvación en Cristo Jesús está cumplido y, si por ventura así lo creemos, nuestra vida está trunca, nos hemos quedado en el medio y no en el fundamento, en la pedagogía pero no en su aplicación práctica.

Es precisamente la espiritualidad de Schoenstatt en vehículo más idóneo –para nosotros- que nos permite llegar a Cristo; mi anhelo, por tanto y en tanto miembro de Schoenstatt, es alcanzar la hondura del amor en Cristo, la anchura en el amor a los hermanos, la altura de aspirar a estar en el corazón del Padre.

Así las cosas, este programa de formación, de auto educación que nos propone el Padre José Kentenich, esta aspiración a la santidad, no es un fin en sí mismo, sino el medio para alcanzar ese encuentro vital con Cristo. Esto debe tenerse presente desde un comienzo e inspirar todo nuestro actuar en Schoenstatt, sea en el Schoenstatt organizado, sea a nivel de peregrinos.

Los Madrugadores y Cristo

Quizá, como ninguna otra, la corriente de los Madrugadores es, al alero del Santuario de Nuestra Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable, una instancia fundamental para y con su ayuda, aspirar al encuentro vital con Cristo, Ella es esa bisagra que nos acerca a su Hijo, que nos envía a los hombres para darles a conocer a Él, NO ES PARA NOSOTROS SOLAMENTE, no podemos enterrar los talentos recibidos como el siervo inútil, sino que debemos aspirar a que éstos produzcan la utilidad que el Maestro espera de nosotros. ¿Cómo lo logramos? Ella nos enseña, Ella nos educa, San José nos sirve de guía: primero en nuestro hogar, segundo en nuestro trabajo, tercero en nuestras relaciones; en todas estas instancia debemos dar testimonio que somos de Cristo. Si no entendemos esto, no entendemos nada.

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